Miguel
Ángel Gómez Polanco
Mi estrategia es, en
cambio
más profunda y más simple
Mi estrategia es
que un día cualquiera
no sé cómo ni sé con qué
pretexto
por fin me necesites
-Mario Benedetti
Desde
1989, para ser precisos; la caída del Muro de Berlín, el parcial final de la
Guerra Fría y el establecimiento “oficial” de la globalización como estado
progresivo de la evolución humana, ya podíamos ver que las ideologías estaban
comenzando a ver su final como modelos de aplicación políticos.
Incluso,
para Francis Fukuyama, al igual que lo fue en 1806, después de la Batalla de Jena para Friedrich Hegel (en la época de las Guerras Napoleónicas), el fin de la historia era inminente: los regímenes políticos ya
tenían los días contados.
Dicho de otro modo: según los autores, la historia "acaba" varias veces, mientras las y los ideólogos resucitan cada vez más debilitados.
Y es que las
ideologías en el Siglo XXI, no son más que la nostalgia de un mundo matizado por
la originalidad de sus pensamientos, ante un modelo de crecimiento que actualmente
debe ser abordado con mayor frialdad y conveniencia democrática.
En
su libro El fin de la historia y el último hombre, Fukuyama manifiesta: “en
el fin de la historia, no es necesario que todas las sociedades se conviertan
en exitosas sociedades liberales, sino que terminen sus pretensiones
ideológicas de representar diferentes y más altas formas de la sociedad
humana"… ¡pero qué difícil es siquiera intentarlo en democracias tan empequeñecidas
por los tercos regímenes!
Ejemplo
de lo anterior, sí, adivinó usted, es México: más de setenta años gobernados
por un ocurrente Partido que decidió aglutinar expresiones revolucionarias y
contener las insurgentes, convirtiéndose en la hegemonía cultural más
deprimente de un país que lo tiene todo.
Pero
aterricemos en Veracruz; el politizado estado que después de 85 años gobernado por los mismos, empieza a comprender el fin de las ideologías, aunque haya todavía
esbirros de personalidades que se ofendan por entender esta conclusión e insistan en
transmitir su angustia a una sociedad cada vez más harta de lo mismo.
Pero ¡oh sorpresa! En
Veracruz -a pesar de los berrinches- estamos ante una inminente alternancia de gobierno. Uno basado en la
pluralidad, no en lo ideológico. Conveniente, sí, pero más táctico, estratégico. Por eso es que es palpable ya, la desesperación de un régimen que está en el ocaso
y que eligió al peor representante para decir adiós, envuelto en una crisis
histórica de malos manejos, desconfianza y ruptura generalizada.
¿Cuál es la opción? Quizás usted ya la sabe. La que recibe los ataques más severos. La que
decidida a nivel nacional, es refutada en lo local como algo "indebido". Calificada
en años anteriores como “impúdica”; quesque
porque “el agua no se junta con el aceite”. La desesperación es tremenda. El
golpeteo, peor. El sistema actual no concibe que esté llegando a su fin la
cadena de improperios que, pensaron, nunca captaría a población de una entidad
mantenida en el rezago, para evitar que agarrara la onda y lo reflejara en las urnas.
Ahora
la pregunta es ¿cómo le harán el PRD y el PAN? Y la respuesta, pudiera ser
sencilla: dice Sun Tzu que “el que es experto en la guerra, atrae al enemigo al
campo de batalla y no se deja llevar allí por el enemigo”. Y en este caso, el “enemigo”
ya se ve cansado de no hallarle por dónde. Se adelanta y recurre a lo
conocido, lo “normal” en ellos: la intromisión comprada (léase Moreno Brizuela
y Romero Aquino; compañeros del mismo dolor y necesidad), el ataque mediático
(denuncias por enriquecimientos ilícitos), falseo de declaraciones (nadie “invitó”
a Héctor Yunes a ser el candidato del PRD) y ahora, por si fuera poco lo
anterior: hasta se pelean en público para “desmarcarse” y no perder el único
caudillo que pueda salvarles la elección (nomás acuérdese de aquel teatro de la “caña”).
SUI GENERIS
El
fin de las ideologías es sinónimo del fin de los regímenes. Quizás de ahí el
miedo priísta. Por eso es que la táctica y la estrategia, quizás romántica y por una necesidad
de rescate, es lo que permea el entorno electoral en nuestros días, para
Veracruz, de parte del PRD y el PAN. Sin neoliberalismo ni muerte del
neoconservadurismo. Únicamente se trata de apostar por la practicidad política.
Una
alianza a lo Benedetti, pues: más profunda y más simple; que un programa
compartido de gobierno, por fin haga que se necesiten -el PRD y el PAN-, Pero por el bien de las
y los veracruzanos. Y siendo así, será viable.
POST-IT: Aumentar
del dos al tres por ciento el impuesto a la nómina, significa que el desempleo
está a tal grado en Veracruz, que ya no alcanza para recaudar con el porcentaje
que se pretende aumentar. No hay trabajo, pues. Es decir: los que no tienen
trabajo, seguirán así y, por si fuera poco, los que sí tienen quizás resulten
corridos, pues para los empresarios será más fácil tener siete empleados al tres por
ciento, que diez al dos. ¿Y todavía se dice que esta reforma “no afecta a los
que menos tienen"? Abrón.
Twitter: @magomezpolanco
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