miércoles, 18 de septiembre de 2013

¡Prensa vendida!

Miguel Ángel Gómez Polanco


¿Cuántas veces hemos escuchado la consigna que da nombre a este panfleto? ¿Lo recuerda? Quizás es incalculable su recurrencia ¿verdad?
            Sin embargo, la razón asiste a quien lo cree. Por ejemplo, en Veracruz, el periodismo ha sido burocratizado, aunque ello no implique garantías de atención ni protección con las que se dio este movimiento. El oficio fue vendido al postor que más lo necesitaba, para ser parte y no juez en los debates que como prensa, nos corresponde promover. Pero la cobertura sigue, no obstante las vejaciones.  Protestamos desde la trinchera que nos corresponde y hasta ahí. El peligro es una sombra que se convierte en brillo cuando la censura aparece.
           Y esto responde a un costo (acorde con el concepto de “venta”): según la organización “Article 19”, los dos primeros trimestres del 2013 superaron el caos para el gremio periodístico en México, respecto a la última década en la que se acentúo la problemática de agresiones.
    Tan sólo hasta junio, por mencionar algo, “se produjeron 123 ataques contra comunicadores, mientras que en el mismo periodo de 2012 hubo 79", de acuerdo con Ricardo González, oficial de protección y seguridad este organismo, quien también aseguró que Tlaxcala, Guerrero, Tamaulipas, Veracruz y Chiapas, son las entidades de mayo riesgo para la práctica periodística.
      Casualidad o no: tres de dichas entidades, coinciden con las que mayor rezago educativo tienen en el país y donde ahora se centran las marchas contra la Reforma Educativa; mismas donde los actos de “represión” han sido parejos para ambos gremios.
Sí, la prensa se vende: ¿pero ha pensado usted que quizás es por seguridad y haciendo caso a la Comisión Nacional de los Derechos Humanos (CNDH), organismo que reportó, a través de la recomendación "agravios a periodistas en México y la impunidad imperante", la muerte de 85 periodistas, desaparición de 20 y 40 atentados a instalaciones de distintos medios de comunicación entre 2000 y 2013?
        Cabe destacar que dicho documento fue publicado en el Diario Oficial de la Federación, detallando  que del 1 de enero de 2000 al 31 de julio de 2013 fueron integrados en el Programa de Agravios a Periodistas y Defensores Civiles de Derechos Humanos de este organismo (CNDH) la cantidad de 842 expedientes de queja relacionados con violaciones a derechos humanos contra periodistas y medios de comunicación.
            Y sí: también tenemos nuestros mártires (o por lo menos nos los han “vendido” así) aunque no se tiene registro de paros, marchas o plantones ejercidos por ellos, no obstante el peligro que corrían con su trabajo.
        Está Manuel Buendía y su “Red Privada” o la sátira de Jorge Ibargüengoitia; éste último, convertido en escritor por convicción, no por “presiones”. Incluso se mató en un avionazo y creía que la Revolución Mexicana “fue un movimiento sin sentido alguno” que carecía de líderes y unión entre ellos, lo cual originó una etapa álgida sometida por la fuerza y represión militar. ¿Le suena conocido? Lo digo por aquellos que se empecinan en llamar a la catarsis actual “revolución”.
        De Buendía, sobresale que participó de aquella etapa en los ochenta, cuando la censura “era promovida por el gobierno y apaleada por la sociedad que no entendía con precisión lo que sucedía”, de acuerdo con Héctor Aguilar Camín en su texto Manuel Buendía y los idus de mayo.


SUI GENERIS

¿Y saben qué, inteligentes lectores? Además de vendidos, somos incomprensivos.
¿Cómo no apoyar al magisterio, por ejemplo? Si como dijera mi amigo y maestro Salvador Muñoz en su columna Los Políticos: “el reportero que critica al maestro debe voltear primero a su casa editorial y preguntarse si sus prestaciones se acercan un poco a la de los “Maestros privilegiados” o si su trabajo como tal se respeta”.
     ¿De qué nos sirve a nosotros y al pueblo que tratemos de leer y concienzudamente razonar la reforma en cuestión para aconsejar u orientar a los involucrados (que al final, somos todos) si la “revolución” en ciernes ya es inevitable y nosotros, los de la “prensa vendida”, seguiremos jodidos pase lo que pase?
       ¿Para qué promovemos lo que, como dice el exdiputado Eduardo de la Torre Jaramillo, debe suceder después de que los maestros ayuden a “bien morir a los sindicatos”, exigiendo que las corruptas comisiones se les entreguen a quienes sí trabajan en las aulas?
     ¿Para qué, si somos unos “vendidos” que trabajando en dar lugar a las expresiones de cada bando en este México polarizado, nuestra labor correrá el mismo peligro, satanizados por unos o censurados por otros, y si hacemos uso de nuestro derecho constitucional de manifestarnos y bloquear arterias, seremos nosotros mismos los que den cuenta de ello y –muy probablemente- nos irá peor?
            Al final, amigas y amigos, el “para qué” está demás, pero no así el “por qué”: porque muchos -y eso sí aclaro: no todos- de las y los dedicados a este difícil pero noble oficio, se han vendido, sí, pero con la información que como la Ley, será coyunturalmente interpretada como se le pegue la gana a quien le afecte, con o sin ceros de por medio.

Siendo así, entonces: ¿también el periodismo es víctima en el escenario actual, no? Pues no, no creo que sea ese el caso y aplica para todos. Al final, la única manera de hacer frente a la Ley es conociéndola.





Twitter: @MA_GomezPolanco
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Correo electrónico: magomezpolanco@gmail.com
¿O cómo ve?

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