Miguel Ángel Gómez Polanco
Perdonar a los terroristas
es cosa de Dios, enviarlos con él es cosa mía
(Supuestas
palabras de Vladimir Putin; noviembre, 2015)
El 31 de octubre de 2015,
no fue un día normal para Rusia. El vuelo 7K9268 despega a las 3:51 (GMT) de
Sharm el-Sheij, con destino a San Petersburgo. La aeronave –un Airbus A321-
levantaba el vuelo cerca del Mar Rojo con 217 pasajeros, entre quienes iban
siete miembros de la tripulación y 17 niños.
Pero 23 minutos después,
el avión desaparecería de los radares. Nadie se explicaba qué había pasado.
Posteriormente, 53 minutos para ser precisos, las autoridades egipcias y
corroborado por el jefe del Servicio Federal de Seguridad ruso (FSB), Aleksandr
Bórtnikov, confirmaban: el avión había sido derribado.
Todas y todos murieron en
una de las peores tragedias aéreas que ha involucrado a la ciudadanía rusa. Como
detalle curioso, la mayoría de los restos, tanto humanos como del fuselaje, fueron
hallados en la península del Sinaí; muy cerca de aquel famoso monte.
Horas después, la responsabilidad
del acto recaía en el objetivo número uno del país rojo: “El Estado Islámico es
una organización terrorista y es evidente que, al igual que otros grupos, son
focos de terrorismo en aquellos territorios que ahora controlan y, por
supuesto, son responsables de la exportación de su exportación a otros
países", declaró Dmitri Peskov, portavoz del Kremlin.
Y como era obvio, el odio
se afianzó. Individual, mutuo.
Pero tan solo 13 días
después, tocó turno a Paris. Tres grupos realizaron ataques en la capital
francesa, a cargo de siete hombres. Seis de ellos eran suicidas y murieron al estallar
sus chalecos/cinturones explosivos, mientras que el séptimo se pegó unos
plomazos en el teatro el Bataclan. El
saldo: 129 muertos y 352 heridos.
El detalle: Francia y
Rusia no buscan lo mismo… y el Estado Islámico (o I S I S), menos. Por cierto:
de acuerdo con especialistas en terrorismo, el 95 por ciento de los ataques contra
el Estado Islámico en Siria e Irak, son por incursión estadounidense. Sin embargo,
la Unión Americana también apoya al presidente sirio, Bashar al Asad, en el
combate –dicen ellos- antiterrorista en la zona, a donde transporta mercancía
armamentista.
Al respecto, no hay
ocultamiento: el mismísimo senador estadounidense John McCain, señaló recientemente
que Rusia “había atacado grupos que han sido financiados y entrenados por la C I
A en Siria”.
Por su parte, Francia pertenece
al mismo bloque de Estados Unidos. El problema es que ellos buscan algo más,
por todos sabido, ante la riqueza petrolera que conforman Siria e Irak (y para
colmo, la concepción laica francesa suma un buen pretexto más para ser
atacado).
Y Rusia, por otro lado,
ejecuta ataques -además de antiterroristas- con la finalidad de eliminar el
suministro de nada menos que los propios Estados Unidos a las fuerzas armadas
en Siria, a petición del presidente al Assad.
Esto, en resumen, pone al I
S I S como el punto en común de la violencia de los países mencionados, pero
¿de dónde proviene? O lo que es peor: ¿quién los justifica?
Veámoslo de este modo: para
el escritor Elie Wiesel, el odio “puede generar aversión, sentimientos de
destrucción, destrucción del equilibrio armónico y ocasionalmente
autodestrucción”; esto último, como acción contemplativa grupal de la venganza.
Algo muy común en los ataques del Estado Islámico.
Y es que en el análisis
del odio generado por el Estado Islámico tiene su origen en una probable hechura
gringa. Es decir: Estados Unidos y su juguete manipulado mediante su propio
odio, el I S I S, sembrarían la discordia con fines, obviamente, expansivos.
Basta con conocer medianamente
el presunto origen del Estado Islámico: Frankestein
de los Estados Unidos, no por la vía del entrenamiento como Al Qaeda quizás,
sino de la opresión de naturalezas humanas extremas, violentas, radicales, y
para justificar ataques… incluso a los países aliados, como Francia, pero sin
ensuciarse las manos (o lavándoselas, como prefiera verlo usted). Verá por qué:
Resulta que tras la
invasión de Irak en 2003, las fuerzas británicas llamaron Camp Freddy a una cárcel iraquí donde eran resguardados presuntos
delincuentes, la mayoría musulmanes. Pero tras la mencionada intervención, los
Estados Unidos tomaron el control de la prisión, llamándola Ronald Bucca; nombre de un bombero que
muriera durante los ataques del 11 de septiembre de 2001 en Nueva York.
Lo interesante de ello es
que al menos nueve líderes del Estado Islámico pasaron por allí, entre ellos
Abu Bakr al-Baghdadi, autoproclamado líder musulmán. Además, en su momento Edward
Snowden divulgó documentos que sugerían la supuesta conformación de un "nido
de avispas" en oriente medio: operación de control sobre las insurgencias
terroristas, al grado de perfilar en ellos los ataques “en el nombre de Mahoma”.
¿Es el E I la “mascota” de
Estados Unidos para provocar conflicto indirecto con los países aliados? De ser
así, parece que Rusia lo sabe bien.
Bien lo dijo André
Glucksmann, en su libro El Discurso del
Odio: “el odio suele ser, con insistente frecuencia, el preludio de la
violencia. Antes de la guerra, suele ser útil enseñar a la población a odiar a
otra nación y a su régimen político”.
SUI
GENERIS
El asunto aquí es que
Vladimir Putin asegura que hay más allá de un ataque. Más que un acto de odio,
quizás se trate de un caldo de cultivo bélico.
Por eso, tal vez, la
periodista Remi Maalouf, periodista de la agencia RT, ventaneó unas supuestas palabras del jefe máximo del Kremlin: “perdonar
a los terroristas es cosa de Dios, enviarlos con él es cosa mía”, habría dicho
Putin.
Curiosamente, horas después la propia Maalouf aclaró en Twitter que no eran ciertas esas
palabras. Así es: la misma periodista que cita a Jon Stewart, con su frase “No
me autocensuraré por confortar su ignorancia”, se echó para atrás con una filtración
que parecía declaratoria íntegra de guerra.
Pero ¿sabe algo, estimada
y estimado lector? No se la compro a Maalouf, pues en esta clase de conflictos,
esos “errores” suelen ser de los que más hay que desconfiar.
Lo que sí es un hecho es
que el odio está acabando con la humanidad, mientras Dios observa cómo le
adjudican las consecuencias de ello.
POST-IT: En 1947, la Asociación Antropológica
Norteamericana presentó a la ONU un proyecto de punto de acuerdo sobre la declaración
sobre los Derechos del Hombre. En uno de los apartados del documento,
mencionaba: El individuo realiza su
personalidad por la cultura; el respeto a las diferencias individuales implica
por lo tanto un respeto a las diferencias culturales. Es decir: promovían
la diversidad cultural y su respeto… pero el petróleo siempre será más
atractivo que la diplomacia.
Twitter: @magomepolanco
Facebook: Miguel Ángel Gómez Polanco
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