Miguel
Ángel Gómez Polanco
“Nos
vamos perdiendo en nuestras propias creaciones. Las instituciones se han
apoderado de las ideas, los debates. Han acabado con nuestras aspiraciones como
sociedad”. ¿Cuántas veces hemos escuchado expresiones como esta? Tristemente,
la cantaleta de siempre: los partidos, son los responsables de todo.
Así
es, amiga y amigo lector: como si se tratara del regreso al feudalismo, en
México –extrañamente- el pueblo trabaja para la clase política a través del
voto y las transformaciones sociales que derivan de ello, dan lugar a nuevas ideas
para la evasión legal, a cambio de una falsa representatividad, siempre
vertical y pagando el precio del derecho a sufragar – pero no de ser sufragado, pues siempre es la misma gente- a
través del descontento, mesurado e intrascendente, expresado en formas que
están lejanas a la legalidad que exige el propio reclamo y, por lo tanto,
estériles y sin posibilidades de cohesionarse en un beneficio común, fuera de
lo que las instituciones políticas representan por sí mismas.
Recordamos
aquello de “poca política, mucha administración” como la máxima que destrozó el
frágil civismo del ciudadano y dio prioridad al crecimiento económico. De ahí
que se entienda a la mafufada
denominada “neoliberalismo” como la unificación de ambos criterios, como si la
frase acuñada en el Porfiriato cambiara a la de “Política a medias y a medio
administrar”, permitiendo que el desenvolvimiento social se dé a la par del
gubernamental, aunque por momentos sea con el único fin de que el pueblo se
entretenga solo y no hacerlo partícipe de las decisiones, pero sí se enoje y
haga berrinche, sin que ello tenga un impacto real en el destino de quienes
controlan el país.
Para
eso nacen los partidócratas o “hijos
de las instituciones”; megalómanos que se toman tan en serio sus ideas sobre la
influencia de los partidos políticos hasta en el aire que respiran y que todo
lo que dicen, -medio- verosímil o no, la convierten en Ley y no hay poder
humano que los haga cambiar de perspectiva, aunque a la larga sean solamente
posturas caprichosas.
El
partidócrata a menudo confunde “corporativismo”
con “activismo” y se rebela contra algún comportamiento arraigado en aras de lo
que piensa que es la democracia, con argumentos o sin ellos, dando como
resultado que la concentración de la información de la que dispone, quede
alejada de la opinión pública generalizada para fines no sólo de consulta, sino
del fortalecimiento de los puntos de vista en común.
Los
partidócratas se identifican por
colores, no por ideales y quien no piense como ellos, que se cuide. Se segmentan entre los que dicen “sí” y los que dicen
“no”, pero de nuevo: alejados de las instituciones que los alientan, las cuales
son protegidas por un sistema creado ex profeso para ello y a las cuales los partidócratas tienen la “obligación” de
atacar lo más que se pueda, “proponiendo” acciones desesperadas, ante la
incredulidad en las instituciones, por la vía legal.
Irónicamente, la partidocracia no puede ser concebida sin
la existencia del más odiado impulsor de la democracia en nuestro país: el Partido
Revolucionario Institucional, creado como tal en 1946, al mismo tiempo en que
se dio la primera reforma a la Ley Federal Electoral que se basaba en la
formalización de los partidos políticos en México.
Sí:
ese PRI de las decadencias y resurgimientos, los pleitos y la discreción,
reformador y deformador, que a finales del siglo XX y en lo que va del XXI, ha confirmado
su mutación –más no evolución- de institución política cimentada en la
promoción del desarrollo económico y social, al de la acumulación de riqueza
para un feudo militarizado al que no importan los “cómos”, sino los “cuántos”;
clientelar e incongruente, en la mayoría de los casos, entre lo que representa
como institución política y lo que ofrecen aquellos a quienes abandera, muchos
de éstos, talentos que terminan siendo desperdiciados ante un anti-priismo que
cada vez aumenta más en México..
Es por ello que resulta complicado
no justificar a quienes lo aborrecen, aunque como dijera mi santa madre,
“tampoco es para tanto”, pues justamente lo que se logró con la
institucionalización de la democracia en México mediante el Partido Nacional Revolucionario
y los partidos políticos subsecuentes a
mediados del siglo pasado, es lo que ahora también ha mutado –y tampoco
evolucionado- en un fenómeno social caracterizado por el hartazgo, las modas y
el desconocimiento; un falso caudillismo, insano y surreal como el que
promueven ciertos sectores, de los que sobresalen el de las contracampañas
disfrazadas, como #YoSoy132, o aquel que es una oda a la ignominia legal, otrora
símbolo social y convertido en el ícono de la partidocracia extrema: el Candigato Morris.
SUI GENERIS
Tan
grave es el problema de la partidocracia,
que en estos momentos la situación electoral del “tricolor” está en vilo en
varios de los municipios veracruzanos que tradicionalmente han sido gobernados
por ellos, dificultando que la ciudadanía discierna entre partido y candidato,
debido a funestos antecedentes recientes como institución gobernante.
Ejemplo claro es Xalapa, donde
Américo Zúñiga Martínez lucha contra la credibilidad perdida por el PRI que
representó David Velasco Chedraui (hoy contendiente a la diputación con un predecible
triunfo, soezmente comprado con la ayuda de la "hogareñamente" conocida y políticamente
inerte “Gaby Zamudio”), así como por el trabajo de la mercenaria de la
población vulnerable, Elízabeth Morales García.
En
estos casos sería bueno recordar que la multicampeona de natación arrebató
literalmente la candidatura a Zúñiga Martínez hace tres años de la forma más baja, colgándose además
del poder de la estructura priista en la capital para satisfacer sus ambiciones
municipales, poniendo en peligro un triunfo actual que, además de reivindicar a
un indudablemente renovado y capaz Américo, daría al PRI una nueva oportunidad
en la persona que lo representa, pero no como institución, pues el
anti-priisimo difícilmente perdonará lo hecho hasta ahora por esos grupos que
han encargado de desprestigiar a su propio partido.
Post-it 1: Recientemente se interpretó una
declaración de la exconsejera del Instituto Federal Electoral, Daniela Griego, como
si los votos por Morris “no fueran nulos” y se encontraran dentro de un marco
legal-electoral.
Consultando con compañeros abogados
y especialistas en el tema, la conclusión fue la misma que he ha planteado: la
desinformación está acabando con el poco sentido común de la gente.
Quizás lo que Griego Ceballos quiso
decir fue que la opción de “candidato no registrado” está considerada como una
alternativa de voto legal, sin embargo, quien sea anotado en este espacio, debe
cumplir con los requisitos constitucionales que dan sentido a la ciudadanía que
goza de derechos político-electorales, como votar y ser votado para poder ser
declarada o declarado ganador.
Hay
que ser claros en esto: un animal no posee estos derechos, por lo que hacer
válida la opción de “candidato no registrado” con Morris, tampoco significa que
un gato pueda ser declarado como ganador legalmente, dándose la posibilidad de
que los propios partidos políticos impugnen el resultado y ni siquiera se tenga
que llegar a la anulación del proceso.
Una de las vías legales posibles es
que, posterior a la impugnación, se dé como ganador a quien resulte “segundo
lugar legítimo”. Es decir: el “humano-ciudadano” que constitucionalmente sea
apto para gobernar, esto, apegado a derecho y en Tribunales Electorales. La
otra es que se haga válida la causal de nulidad al contar con el 20 por ciento
de los votos nulos cuantificados, aunque dados los antecedentes que distinguen
al Tribunal Electoral del Estado de Veracruz, difícilmente se daría esta opción.
Pensémosle, pues, otra vez, si
queremos dejar un precedente improvisado (de esos que en períodos en los que no
hay elección, nunca se ven) o mejor plantear
un método más organizado de reclamo, perdurable y enriquecido haya elección o
no.
Post-it 2: La partidocracia
también afecta a los medios de comunicación. De hecho, mucha de la prostitución
informativa que promueven –y presumen- los monopolios mediáticos en México, se
debe al rasgadero de vestiduras de
aquellas y aquellos comunicadores y periodistas que pregonan objetividad en sus
actos y palabras, cuando “por debajo del agua” en realidad se trata de “atextinos
a sueldo” y convenencieros de la democracia.
Por ello, aclaro: quien suscribe
autor de este panfleto, apuesta por la veracidad, no por una hipócrita
imparcialidad. La ética no está peleada con los discursos cimentados en las preferencias
que tenemos los analistas, periodistas, comunicadores, etcétera.
Basta de partidocracia nociva, sugiero. Quien quiera apoyar a alguien; no
importa si es priista, panista, perredista o del color que sea, que lo haga,
pero si se dedica a los medios de la comunicación, que fundamente su apoyo, tal
como se estila en sociedades más desarrolladas, como la norteamericana: allá
sabemos perfectamente qué televisoras son republicanas y cuáles son demócratas;
algo que no insisten en ocultar ninguna una de ellas, pero siempre exponiendo
el por qué, como dicen, de “lo que les truje” o interesa difundir sobre la o
las personas de las que hablan y escriben.
En este escenario, la imparcialidad
férrea no tiene por qué ser un requisito indispensable para colaborar con la
sociedad, siempre y cuando lo que se haga, sea en completa civilidad y de forma
propositiva, no para descalificar.
Post-it 3: Interesante punto de vista de John
Ackerman en su texto “Comunicaciones privadas e independencia nacional” en
torno a la utilización de las redes sociales. Ahí, el doctor en sociología e
investigador titular del Instituto de Investigaciones Jurídicas de la UNAM, expone
la ironía de las tecnologías de la información, la privacidad en éstas y la
insufrible costumbre del mexicano de no organizarse de forma integral, sino
sesgada y con altos grados de ignorancia respecto al proceso que debe seguir
para alcanzar los objetivos que pretende.
Una
prueba más de que "Morris" constituye otro ejemplo de que demasiado
tiempo en la computadora, puede ser perjudicial, si lo que tenemos en
"Favoritos" es Facebook y no el material necesario para fortalecer
nuestro ojo crítico y a su vez, práctico y congruente con lo que
"exigimos".
Comparto
con ustedes el link por si desean consultarlo (ojalá que sí): http://soberaniapopularmx.blogspot.mx/2013/06/comunicaciones-privadas-e-independencia.html
Twitter: @MA_GomezPolanco
Facebook: Miguel Ángel Gómez Polanco
Correo electrónico: magomezpolanco@gmail.com