Miguel Ángel Gómez Polanco
Ya chole con lo de los "pasados priistas" de los políticos
actuales. Este partido fue el que se constituyó primero, en 1929 (como PNR) y
se llevó décadas en hegemonía. Es decir: culturalmente, en la mayoría prevalece
un vínculo partidista con el PRI; hasta el mismísimo Lázaro Cárdenas o el
propio Manuel Clouthier del Rincón "Maquío" (éste último,
precandidato a la presidencia municipal de Culiacán por el PRI en 1971). Por
ello, se me hace irrisorio que ahora, el pasado de las y los políticos de
oposición se satanice de este modo y sea motivo de ataque para algunos.
La
política como sus protagonistas, evolucionan... y la ciudadanía también. De hecho,
yo rescataría que aquellos políticos a los que se les señalan sus
"pasados" priistas hayan decidido cambiar de aires, probar fórmulas
diferentes. Eso es más honorable, ante los matices de corrupción histórica que
han envuelto al partido que hoy ostenta el poder. Si no, pregúntenle a Manuel
Bartlett o al mismísimo Andrés Manuel López Obrador de dónde provino su escuela
de encauzamiento político.
Y
¡aguas! Porque ahora, el supuesto voto de castigo acusa una grave confusión:
para expresar desaprobación, ahora se sufraga por "el más guapo" o se
anula el voto; dos expresiones que restan, en suma, legitimidad a la decisión
como pueblo en la urna, la cual es un poder y responsabilidad que poseemos como
parte de nuestra soberanía.
Es tiempo de cambiar
nuestra mentalidad y privilegiar el significado de "alternancia", no
de "venganza" por los "pasados" individuales que condenan
los presentes, nuestros presentes.
Y que lo ideológico tampoco sea pretexto. Ahí están las “Bases
del Diálogo para un Gran Acuerdo Nacional” chilenas; documento en el cual se
aglomeraron las bases opositoras para acabar con el régimen dictatorial de
Augusto Pinochet en Chile. ¿Recuerda usted quiénes integraban el bloque
signante? Así es: las fuerzas de izquierda y derecha por igual.
Ya lo dijo Fukuyama: el agotamiento de las ideologías es
inevitable y representa el fin de un ciclo en el hombre, para iniciar el de su
renovación. Y creo que lo conveniente es aprovechar esta coyuntura, para ponerle
el nombre de “alternancia” en Veracruz.
II.
Elección terciada, la clave
El momento actual ha
sobrepasado cualquier antecedente electoral en la entidad. Después de 86 años
de gobierno hegemónico, para 2016, el multipartidismo hará su aparición como
nunca en la entidad veracruzana.
Y es
que la estrategia priista, no obstante su desesperada hondonada de ataques
mediáticos, es simple a la vista, pero compleja y arriesgada en la práctica:
terciar una elección que en términos democráticos sencillos, debiera ser polarizada
entre coaliciones.
Sin
embargo, la prevalencia de partidos satélite y ahora, mediante la figura de
candidatos independientes; dicho sistema multipartido se ve amenazado por las
prácticas antidemocráticas que hacen uso de la reglamentación para fragmentar
las votaciones y, paradójicamente, al mismo tiempo violentar la Ley vigente y
confundir al electorado con una guerra sucia enfocada en el desprestigio y la
difamación.
En este
escenario, es más conveniente para el partido en el poder, que el voto sea
pulverizado a través de la división de alternativas que se consideren
opositoras, manteniendo su voto duro y destinando recursos al fortalecimiento
del voto útil que les facilite tomar ventajas.
Terciar
una elección no es conveniente ara una democracia distinguida por la prebenda y
la desinformación, como la de México y particularmente, la de Veracruz. Pero
esa es la clave para el PRI. Ahora falta saber si el pueblo caerá en la “estrategia”.
SUI
GENERIS
En la era de los medios
sociales de información, las encuestas sobre preferencias electorales dejaron
de ser con fines de consulta y se convirtieron en instrumentos para influir el
voto. No nos confundamos.
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