Miguel Ángel Gómez Polanco
Antes de desarrollar el meollo de la presente “calumnia”
editorial, repasemos los números que darán sentido a la macabra realidad que
aquí será expuesta.
El
proceso electoral federal ha comenzado. Las campañas están en marcha y, con una
Reforma Político-Electoral operando; el escenario político en México se ha
tornado más complejo, aunque al mismo tiempo estima una mayor participación en
todos los sentidos.
Fíjese:
este año contenderán cuatro mil 496 candidatos a diputados federales; dos mil 694
por la vía del principio de mayoría relativa y mil 852 por la vía “pluri”. De éstos,
22 serán independientes, para quienes el Instituto Nacional Electoral dispuso
un fondo de 23 millones 457 mil pesos a gastar en sus respectivas campañas; es
decir: de a millón 66 mil pesos por “aventado”.
Esta última cifra, cabe
destacar, competirá con el millón 260,238 pesos que tienen como tope de gastos
autorizado los partidos instituidos y conocidos.
¡Ah! Pero la “independencia”
y actividad ciudadana como parte del quehacer comicial, también dio entrada a
otros importantes contendientes no reconocidos, como es Televisa.
¿No me cree? Pues ahí le
va: mientras que 21 aspirantes independientes quedaron fuera por no reunir los
requisitos (la mayoría por firmas y cotejo apócrifo de credenciales para
votar); la televisora de San Ángel tendrá un papel, digamos, “curioso” en estas
elecciones, en lo que pareciera ser el “cobro” por los perjuicios que recibió tras
la declaratoria de preponderancia que le acomodó el Instituto Federal de Telecomunicaciones,
como parte de la Reforma en la materia. De esta manera, quizás suene
conspiratorio y digno de un libro de Dan Brown, pero en este momento Televisa
parece tener candidatas y candidatos ligados intrínsecamente con la empresa.
Todo lo anterior, sin
menoscabar las legislaciones estatales de la Reforma Político-Electoral, donde
se dieron sorpresivas aprobaciones para gubernaturas por dos años y reelección
legislativa, como en el caso específico de Veracruz, nuestra entidad.
Ahora bien: una vez
aterrizado este panorama, usted dirá: ¿y qué carajos tiene que ver el título de
este panfleto con ello?
Le cuento: la
connotación “ciudadana” que ha adquirido el entorno electoral de nuestro país,
luego de la reforma mencionada y a través del cada vez mayor involucramiento de
la sociedad como instrumento en el flujo de la información; ha aumentado
exponencialmente. No obstante, con ello también creció la oportunidad de la ciudadanía
para pensar que lo que ellas y ellos dicen, es más cierto que lo que dicen las
y los candidatos, incluso.
¿A qué se debe esto?
Precisamente a la intervención de las tecnologías de la información y su uso en
ocasiones poco adecuado para lo que su definición misma sugiere; es decir: para
informar.
Hoy en día, la proliferación
de medios de comunicación más comprometidos con el entretenimiento que con la
información, así como la puesta en boga de elementos como los “memes”, han
estropeado en gran medida la conciencia real de un país que apenas despierta a
la globalidad informativa y que, para colmo, lee muy poco y que por ende, tampoco
sabe hacerlo, propiamente dicho.
Y es que con “no saber
leer” refiero no solo a la habilidad para comprender una oración, sino también al
hecho de cerciorarse de la fuente que le está dotando de la información y
cuestionar el por qué de ésta, indagando más al respecto o ya de perdido,
siquiera viendo la fecha de su publicación para asegurarse de que lo que
comparte en sus redes sociales, es algo actualizado. De verdad pasa, en serio.
Lo malo es que, créame:
ese no es realmente el problema. ¡Ah jijos! ¿Sabe cuál es? ¡Pues que hacemos
nuestra esa falsa información y la defendemos como si se tratara de las piedras
angulares de los intereses nacionales!
SUI GENERIS
Pero tranquilos, amigas y amigos lectores. Esto
tiene una explicación científica (aunque no estaría demás considerarla y tener
un poco más de cuidado a la hora de decir que la publicación o lo que dice
nuestro amigo de Morena, el “mainstream”
o el “revolucionario”, es lo correcto).
El Efecto Forer es, según su propio “descubridor”, el sicólogo norteamericano
Bertram R. Forer: “la tendencia a aceptar una descripción de la personalidad
como propia y muy precisa cuando en realidad podría aplicarse a muchas personas”.
En este sentido, el
ejemplo más claro de cómo cualquiera es susceptible de caer en el Efecto Forer -y para que lo entendamos
mejor- tomemos el caso de cuando leemos nuestro “horóscopo”. Sabrá Dios quién
lo escribió y si corresponde realmente a nuestro signo y fecha de consulta,
pero la conducta que asumimos tras hacerlo, es del “quizás me pase”, generando
automáticamente una predisposición a que suceda lo que ese cachito de texto nos
dice sobre “nosotros”.
Entonces, aplicado esto
a la polaca: ¿cómo deberíamos tenerlo
en cuenta para no caer en él? Desde la humilde perspectiva de quien suscribe
autor de este “chorizo grillero” denominado Vía
Crítica, hay dos formas de evitarlo:
- No fomente la
partidocracia defendiendo a capa y espada lo que de antemano sabe que está
mal. Ningún partido y/o candidato le dará de comer lo suficiente y menos
los lujos a los que aspira, si no es trabajando y conociendo más de lo que
una temporada electoral le ofrece. O sea: no porque lo diga su “gallo” o “gallina”,
es necesariamente la verdad. Evite convencer sobre falacias, si no está
seguro de que no lo sean, porque todavía hay quien se la traga todita y no
se vale abusar.
- Las y los
candidatos ciudadanos, no dejan de ser eso: ciudadanos. Tampoco tienen la
razón en todo, pues velan por intereses parciales, desde el momento de
competir por un distrito y no para la presidencia del país. Lo que digan
éstos, es en factor de las necesidades de su demarcación, y si se atreven
a decir algo que no vaya acorde con el territorio que les corresponde,
entonces cuidado: está usted, no ante un aspirante a la diputación
federal, sino de un suspirante a potencial chapulín de los que no terminan
algo y ya andan metidos en otra cosa, “porque le saben a todo y pueden”, y
ahí valió el perfil ciudadano.
Finalmente, agregaríamos una suerte de tercera
recomendación para evitar caer en el Efecto
Forer de la política, la cual radica en intentar -en medida de lo posible- no
“endiosar” a las fuentes de información ni a sus proveedores (incluyendo a doña
Carmen Aristegui y hasta al elocuente Ciro Gómez Leyva), solo porque se trata –en
apariencia- de “transgresores de la corrupción y hasta de la democracia misma.
Lea, infórmese, esté al tiro, pues, pero también
investíguele bien qué es lo que está compartiendo, pues detrás de toda la
parafernalia informativa, siempre estará algo más importante: su identidad como
parte de una sociedad harta, pero pensante, a la que ya le han visto suficiente
la cara como para seguir en lo mismo,
con todo y reforma político-electoral. ¿De acuerdo? Está bueno.
POST-IT: Abusado don Fidel Kuri Grajales. El Tiburón
–de su propiedad- va rebien en la Liga MX, pero eso no significa que pueda utilizarlo
para su campaña en Orizaba. ¿O qué no ha leído la Constitución? El Artículo 33,
Capítulo III de nuestra Carta Magna dice claramente: Los extranjeros no podrán de ninguna manera, inmiscuirse en los asuntos
políticos del país… y pues, no sé si ya lo sabía, don Fidel, pero Julio
Furch (argentino), Fernando Meneses (chileno), Juan Ángel Albín (uruguayo) y
Daniel Villalba (argentino) desfilaron el pasado domingo en el distrito por el
que usted contiende, cuando inició el aquelarre electoral. Aguas, pues. Yo
nomás digo.
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