Por Miguel
Ángel Gómez Polanco
¿Qué
dirían Plutarco Elías Calles, Díaz Ordaz, De la Madrid, Salinas de Gortari, al
ver la estrepitosa manera en que caen actualmente los regímenes de “impecable
corrupción” que impulsaron, durante décadas, para mantener sumido al país en
una continua necesidad que los ayudó a perpetuarse en el poder?
Y es que
sin duda: la alerta roja está encendida en las filas tricolores para este 2018.
Ya no les sale nada; su división interna, carencia de unidad estructural y
operativa, evidente falta de planeación y cálculo mediático para poder conectar
con la sociedad, cada día se hacen más evidentes y dolorosas para el otrora
partido hegemónico en México.
Y para la
contienda de este año, el panorama no les luce nada esperanzador. Su “gallo”,
José Antonio Meade, parece que de verdad es fiel a la causa: su falta de
pericia para hablar en público, lo está haciendo pedazos. Ya circulan en
Internet y Redes Sociales múltiples videos de sus pifias en eventos públicos,
que ni la militancia del partido que lo abandera alcanza a componer, e incluso,
hasta le empeoran el asunto con sus supuestas “defensas”.
Dice Meade
que “la cárcel es para los ciudadanos y las calles para los delincuentes”.
También se aventó aquella joya de deseo: “Queremos que Aguascalientes sea
noticia por su capacidad para generar pobreza”, afirmó. O cuando la liberación
de Elba Esther Gordillo como resultado de un presunto trueque
político-electoral entre el SNTE y el PRI, ante lo cual el subconsciente lo
traicionó para responder que “la correlación no es coincidencia”. ¡Y apenas
estamos en precampañas!
Vaya: la
cosa con Maede está como para no extrañar al Lord actual, me cae. Es más: no ha
faltado hasta quien lo ve como un accesorio de su esposa, Juanita. "Ella
tiene más carisma", se escucha mucho en los cafés.
Pero el
PRI, no se rinde. Saben perfectamente que una posible victoria depende más del
dinero que le metan a la elección, como tradicionalmente lo hacen, además de
los “trucos” que les dejen hacer los partidos y alianzas opositoras. Pero por
credibilidad, ya no. El repudio social hacia el Revolucionario Institucional,
ya es inocultable… y probablemente, incontenible.
Vamos: ni
sus huecas peticiones para ser redimidos los ayudan. Que si Javier Duarte los
“traicionó”, que si Borge “los hizo quedar mal”, que si Javier Corral los
difama. Nada les sale bien.
Y es
justamente el tema de Chihuahua el que ha calentado las cosas más de lo
previsto. Allá, el Gobernador emergido de la coalición PRD-PAN, les sacó a
relucir, en diciembre pasado, una durísima: La Secretaría de Hacienda y Crédito
Público trianguló para su desvío cerca de 250 millones de pesos que
beneficiarían a los candidatos del PRI en las campañas electorales de Veracruz,
Tamaulipas y ahí mismo, en Chihuahua.
Manlio
Fabio Beltrones habría sido la mente detrás de las transacciones y Alejandro
Guitérrez Gutiérrez, exsecretario general adjunto del Comité Ejecutivo Nacional
del PRI y ahora sometido a proceso penal por el delito de peculado agravado, su
operador.
Pero la
cosa no quedó ahí. Este lunes 08 de enero, Javier Corral dio a conocer
públicamente que, como producto de aquella denuncia, el año pasado, el Gobierno
Federal “tomó represalias” y se desquitó con muy poca habilidad política: le
cercenó recursos al Gobierno de Corral, en el orden de los 700 millones de
pesos.
¿Qué
pensaron? ¿Qué Corral se quedaría callado ante tremenda conducta, peor y más
infantil que el famoso meme de “orita no me hablen”? ¡¿En qué cabeza cabe tomar
una represalia tan vacía e impregnada de ignorancia sobre las consecuencias que
traería?!
La SHCP
responde. Como Joaquín Sabina, niega todo. “Ellos no se meten en asuntos
electorales”, dicen. Así como Sedesol, suponemos.
Sin
embargo, fuera de toda demagógica contestación que pudiera darse en este tema,
el vendaval contra la administración federal priista se agrava por otros
factores como la extradición del exgobernador chihuahuense, César Duarte, que
parece estar detenida por razones que estarían ligadas, dicen, a la “sopa” que
pudiera soltar el exmandatario en éste y otros temas que involucrarían un serio
deterioro en la ya de por sí dañada imagen del PRI con una apoteósica elección
en ciernes, además de la cloaca que destaparía su sola presencia en México. Muy
“a lo Duarte”, pues.
SUI
GENERIS
La
conclusión es que el PRI ya no ve lo duro, sino lo tupido. Se defienden como
“gato boca arriba”, pero ya no les está dando. Algunos simpatizantes e incluso
periodismo afín al tricolor (sí, aún existe, por increíble que suene) destacan
hechos que al final, terminan por ponerles más trabas que facilidades.
Por
ejemplo, recientemente defendían que fue por órdenes de José Antonio Meade que,
cuando éste estuvo al frente de Hacienda, se dio la detención de Javier Duarte,
gracias a las denuncias que interpuso esa dependencia federal.
Argumentos
como ese serían válidos, si no quedara el antecedente de que fue la Auditoria
Superior de la Federación la que inició las indagatorias, antes que la SHCP,
sobre retenciones indebidas que ejercía Javier Duarte respecto a partidas
federales y que, por propia conducencia, la Unidad de Inteligencia Financiera
de esta dependencia se encargó de ratificar. Es decir: a Meade al frente de
Hacienda, más que intenciones de procesar a Duarte de Ochoa, lo que se le vio
fue que no le quedó de otra ante las contundentes pruebas que presentaba la ASF
y la presión social que existía en esos momentos.
¿Y sobre
la triangulación denunciada por Corral? ¿Meade no sabía de ello? Además, la
detención de Alejandro Guitérrez, mediáticamente, le estaría dando la razón a
Javier Corral y, por ende, aunque la operación habría sido en la etapa de Luis
Videgaray ¿qué hizo después el precandidato priista para denunciar el presunto
desvío que, precisamente, favoreció a Javier Duarte y a otros gobernadores que
justamente hoy están en la mira de la justicia?
Ya nada
más les faltaría que les comprueben sus vínculos con Morena en torno a
presuntos financiamientos de gobernantes salidos de sus filas a favor de Andrés
Manuel López Obrador, como parte de esa alianza de facto que la opinión pública
ha denominado “PRI-MOR”. Eso ya sería el acabose.
No cabe
duda que estamos viendo a un Partido Revolucionario Institucional muy valiente…
porque vaya que hay que tener valentía para presenciar un desmoronamiento como
el suyo.