Miguel
Ángel Gómez Polanco
“Mantener una disciplina
de sostén al orden legal, mediante la
unificación de los
elementos revolucionarios del país”
Base
Estatutaria; Partido Nacional Revolucionario - 1929
La
Revolución Mexicana, sin duda, marcó un antes y un después en la historia de
México. Eso cualquiera lo sabe; incluso, pese a haberse desarrollado bajo la
ausencia de verdaderos liderazgos (Zapata y Villa eran íconos de poder
distribuido, más no líderes propiamente).
Sin embargo, la etapa
posrevolucionaria fue la que verdaderamente desencadenó los cambios más drásticos
en nuestro país, cuando nació el presidencialismo, la Iglesia se sublevó, no
para ganar, sino para ubicarse por sí misma en el estatus que le correspondía
dentro de un país insurgente y cada día más plural, así como por la creación
del Partido que ejerció las acciones de aglomeración revolucionaria (o
unificación, como ellos le llamaban) más “ocurrente” pero efectiva de la que se
tenga registro: el Partido Revolucionario Institucional.
Y es que justamente posterior al
asesinato de Álvaro Obregón, comenzó el asunto que aquí se expone y que mediante
algunas comparaciones, dará sentido al título al panfleto. Ya verá por qué.
Resulta que hubo un individuo,
nombrado “el máximo revolucionario” (de ahí lo del “Maximato” y, bueno, ya sabe
usted el resto) que tuvo una trascendental “idea”, allá por el fatídico período
de crisis económica mundial de 1929.
Plutarco Elías Calles, a quien
atribuían ser partícipe del gobierno dual durante el primer ciclo de Álvaro
Obregón como presidente de México (y al final, el único); luego del fatal
acontecimiento en el restaurante Las Bombillas, donde resultó ultimado, inició
una etapa de reagrupamiento, con la finalidad de institucionalizar las
expresiones revolucionarias y mantener el orden social; algo que en apariencia
era un buen planteamiento… aunque probablemente Calles nunca imaginó lo que
sucedería durante más de 70 años después.
Es decir: el padre del priísmo,
decidió cerrar filas –voluntariamente y a fuerzas- para evitar la alteración
del país en tiempos de reestructuración.
Y ahí le va la primera: Veracruz,
gobernado por el PRI y particularmente en el presente sexenio, decidió someter
a la ciudadanía contra su propio escarnio: a los mal educados viales, los
aplacó con un reglamento que castiga, más que a las malas conductas vehiculares,
a los bolsillos de quienes habitan un estado en crisis (igual que en aquel
México del “Maximato”).
Incluso, el oriundo de Córdoba y Veracruz (así
de picudo es) burocratizó al sector
considerado hasta ahora, el único insurgente: el periodismo, con la
conformación de una “Comisión” cuya finalidad no es otra que definir la
diferencia entre una publicación o acción legítima y propia de la libertad de
expresión, y otra que no cubra las “expectativas” o lineamientos gubernamentales
para otorgársela, siendo descalificada de inmediato.
Ahora bien, el PRI es el principal autor de las
operaciones de reclusión social más célebres conocidas y cimentadas en
acontecimientos muy curiosos.
Ejemplo de lo anterior fueron: el inicio de la
formal demagogia con el juramento del mismo Plutarco en la tumba de Zapata, prometiéndole
“seguir con el programa y la libertad agraria”; Gustavo Díaz y el 68; Fernando
Gutiérrez Barrios y su “Guerra Sucia” y Miguel de la Madrid con el exterminio
de la Red Privada del periodista
Manuel Buendía.
De regreso a Veracruz, hubo un omnipresente
gobernante que así como de momento estaba comprando un boleto de lotería, de
pronto aparecía descalzo, entre inundaciones y abrazando a las víctimas de los
desastres naturales que azotaban a la entidad, o inaugurando puentes (de los
que hoy se desconoce su paradero).
Por otra parte está el otro que, no obstante su
frágil temperamento e inexperiencia para gobernar; al puro estilo de los “grandes”
como Gustavo, Fernando y Miguel, decidió “controlar” a la sociedad instándola a
“textear responsablemente” en sus
redes sociales (principal medio de comunicación contemporáneo a nivel mundial),
con el argumento de que “la seguridad es un tema de todos” y porque resulta
imposible “poner un policía a cada ciudadano”, así que lo mejor es no andar en
malos pasos, por aquello de que “caigan las manzanas podridas”.
O sea, en pocas palabras, que “calladitos nos
vemos más bonitos”… no sea que se sigan engordando (y no, no es chiste pesado)
las cifras de desapariciones forzadas -rubro en el que conservamos la cuarta
parte del total de éstas en el país- así como la de muertes de periodistas,
adquisición de deuda y la del honroso cuarto lugar en índices de pobreza a
nivel nacional.
SUI GENERIS
Dicho
lo anterior y agradeciendo la consideración por únicamente referirme al pasado
inmediato y presente de nuestra rica entidad (por razones que está de más
mencionar), pregunto a usted: tomando como referencia los inicios del priísmo,
en cuyas bases se funda la actualidad reconocible de nuestro país ¿ah poco no
cree Veracruz es una verdadera tierra de buenos y verdaderos priístas, de ésos
que “saben” como mantener el orden?
POST-IT: Tan
mal anda la administración de recursos en Veracruz (en todos los órdenes) que
la Rectora de la Universidad Veracruzana, Sara Ladrón de Guevara, "se vio
en la necesidad" de solicitar a la Federación que sus recursos sean
directamente depositados en las arcas universitarias, porque acá en el estado
quién sabe para dónde se van los dineros con esta etiqueta. Lo malo: le intentó
"sobar" el fregadazo al
gobierno estatal, resaltando el presupuesto que recibe de su parte... aunque como
dice la canción "ya es muy tarde, el daño está hecho". Esa Sarita es
una loquilla, sin duda.
Twitter: @MA_GomezPolanco